lunes, 4 de mayo de 2009

Incertidumbre posmoderna


Hace unos meses, como parte de la investigación para mi tesis, entrevisté al profesor Leonardo Garabieta, que además de escritor, arquitecto y analista de marketing también es consultor en Programación Neurolingüística. Comparto aquí un extracto de lo que escribí al respecto:

Autor del libro «Incertidumbre», el neurolingüista Leonardo Garabieta se refiere a la gran angustia existencial del hombre de hoy en todos los órdenes, algo que no es novedoso pero que está más presente que nunca en la sociedad de modo global y a la vez en el universo individual de las personas. “A nadie se le ocurría, antes de 2001, que no iba a poder sacar su dinero del banco, o que en Irlanda -uno de los países con mejor calidad de vida- habría olas de suicidio de jóvenes angustiados por su falta de realización, por mencionar algunos ejemplos. Este fenómeno de la incertidumbre constante en un mundo tan cambiante genera, lógicamente, angustia. Hoy, hay una inmensa mayoría de adultos que toman ansiolíticos y los índices de cardiopatías y patologías neurológicas son cada vez más preocupantes. El hombre actual no es existencialista: vive el presente pero le gusta saber lo que va a pasar, no le da lo mismo; por eso pasa lo que pasa. Además, la incertidumbre está presente en la paranoia de que en cualquier momento puede ocurrir lo peor, en otras épocas no había tal paranoia o al menos no había una conciencia colectiva de ello. Antes del atentado a las Torres Gemelas (New York, 2001) nadie sabía qué era Al-Qaeda, Bin Laden o los sunnitas. Hoy ya se olvidaron cuál es la capital de Afganistán. Es decir, todo el mundo sabe cuál es el último best seller, pero no lo leyó nadie. Hay que saber, hay que informarse, aunque no nos involucremos de lleno”.

Tampoco nos preocupamos mucho en tomar conciencia sobre el impacto que esta sobre información nos está provocando...
Lógicamente... la gente está más al tanto sobre el último baile del caño de Tinelli que acerca de con quién chatea su hijo de 10 años, ¡sin duda! Hay un desequilibrio muy marcado en este sentido. Estamos sobre estimulados y también desprotegidos por eso nos “refugiamos” en las banalidades.

Pareciera que si uno no incorpora la nueva tecnología no evoluciona junto con el mundo, sino estoy conectado las 24 horas, me quedo al margen. ¿Es así?
¡Es al revés! No por estar conectado tengo que estar dependiente, no creo que sea necesario estar 24 horas conectado, si soy capaz de devolver una llamada una hora después para no interrumpir algo importante. No por no incorporarla mi vida es menos exitosa. De hecho, todo lo contrario. Todo pasa por lo que uno elige, independientemente del sistema, se trata de elegir hasta en lo más pequeño. La gente que elige disfrutar del placer (como quedarse mirando una flor) es menos violenta, porque canaliza la ira y no se sube a la máquina infernal, no termina haciendo lo que el otro quiere que haga sino lo que él mismo necesita hacer para su propio bien.

Entonces, la angustia que genera esta conexión constante a una realidad virtual ¿se produce por no satisfacer el propio deseo?
Yo creo que esta hiperconexión te hace vivir una vida súper acelerada y dependiente de múltiples estímulos simultáneos. La capacidad de responder todo el tiempo a tantos estímulos es limitada, la interrupción que sufrimos constantemente al comunicarnos no es sana. Yo pienso: ¿Qué cosa importante tiene que responder un chico de 15 años cuando le suena el celular en clase? ¿Qué puede ser más importante que la escuela en ese momento? Es absurdo.

Y eso es lo que fomenta la ansiedad: no poder esperar a ver de qué se trata mensaje o al momento de estar cara a cara para conversar...
Claro, por eso hay tantos chicos medicados por hiperactividad.

Algunos seguimos creyendo que la comunicación tradicional es LA manera, pero otros modificaron sus hábitos sin darse cuenta siquiera: creo que allí es donde está el problema.
Hay gente que está todo el día chateando y vive a dos cuadras ¿porqué no nos tomamos un café en la esquina, si el tiempo que invertimos es el mismo? Es difícil que la gente cambie a una cosa que le complica más la vida, va a optar por lo cómodo sin pensar demasiado en el beneficio. Cuando eso nuevo hace que el problema dependa de otro ¡listo! Y en definitiva, seguís dependiendo de otro.

La charla, recortada y editada, da para mucho más, pero para no aburrirlos, hasta acá llegamos. Me quedo con “No usar lo que no necesitamos”, como me dijo este profesor cuando le pregunté porqué alguien con esta variedad de actividades académicas y profesionales como él no usaba celular, me dijo: “porque si lo tuviera, la mitad del tiempo estaría hablando y no sería profesor en 50 universidades, con no sé cuántos magisters y con varios libros publicados”. Entonces la clave es preguntarnos QUIÉN queremos ser y para eso pensar QUÉ tenemos que hacer y durante el camino darnos cuenta cuándo la tecnología es aliada y cuándo no.